Butch Cassidy y Sundance Kid son dos de los forajidos más famosos de la historia estadounidense. Sus hazañas, que incluyen robos de bancos, trenes y diligencias, los convirtieron en leyendas del Oeste. En 1901, tras una serie de persecuciones, los dos hombres decidieron escapar a la Patagonia, en Argentina.
Sundance Kid, nació en Pensilvania en 1867. Estuvo en prisión 18 meses por robo de caballos en Sundance (Wyoming) y por este período fue que le valió el apodo de Sundance Kid.
Por otro lado, Parker nació en Beaver -Utah- en 1866. Siendo hijo de inmigrantes mormones que se establecieron en el territorio a finales de la década de 1850. Escapó de su hogar en la adolescencia, trabajó en un rancho lechero y tuvo una breve experiencia como aprendiz de carnicero, de donde le quedó el apodo «Butch».
Butch Cassidy, cuyo nombre real era Robert Leroy Parker, y su cómplice, Harry Alonzo Longabaugh, alias Sundance Kid, eran forajidos de renombre a fines del siglo XIX. Sus incursiones criminales en los Estados Unidos fue con “La Pandilla Salvaje” (The Wild Bunch).
No obstante, buscando eludir la implacable persecución de la ley, tanto Cassidy como Sundance Kid, junto a la joven Ethel Place (pareja de Kid), emprendieron una huida hacia el otro extremo del continente.
Adoptando una Nueva Identidad
En marzo de 1901, arribaron al puerto de Buenos Aires y se registraron con nombres falsos: Butch Cassidy eligió llamarse James Ryan, mientras que Sundance Kid adoptó el nombre de Harry Place, así lo relata el periodista Carlos Mira, en un artículo publicado en Infobae.
La Patagonia, con su terreno agreste y escasa población, ofrecía el escenario ideal para que los forajidos desaparecieran. El trío se estableció en Cholila, un pequeño pueblo de la provincia argentina del Chubut. Allí se dedicaron a la ganadería vacuna y ovina, y a la cría de caballos.
Lejos del bullicio de la civilización, Butch, Sundance y Etha hallaron serenidad en la naturaleza patagónica. Los tres se integraron a la comunidad, ganándose la confianza de sus vecinos y construyendo una vida alejada de su turbulento pasado criminal.
La Huida
En 1905, la tranquilidad de Cholila se esfumó. El asalto al banco de Londres y Tarapacá de Río Gallegos el 14 de febrero, cometidos supuestamente por Kid y Cassidy, alertó a los detectives de Pinkerton (agencia de seguridad privada fundada en los EE.UU.), que ya les pisaban los talones en la Patagonia.
Ante esta situación, decidieron liquidar toda su hacienda, saldar las deudas acumuladas durante cuatro años, enviar cartas de despedida y huir.
En esta ocasión, emprendieron hacia San Carlos de Bariloche, recorriendo el siguiente itinerario: cruzaron la frontera a Chile, continuaron hacia el lago Llanquihue y desde allí hasta Puerto Montt. Posteriormente, viajaron hasta Valparaíso y finalmente a Santiago de Chile.
Pero no se detuvieron; otros robos perpetrados en Argentina los llevaron de un lado a otro, escondiéndose en Chile y Bolivia. En este último país, se rumorea que encontraron la muerte el 6 de noviembre de 1908, tras un intenso tiroteo con la policía y el ejército.
No obstante, su fallecimiento está envuelto en diversas teorías que sugieren que se quitaron la vida antes de que la policía pudiera hacerlo, mientras que otras apuntan a la posibilidad de que lograran escapar de vuelta a los Estados Unidos.
Como dato curioso, Cassidy y Kid llegaron a adoptar costumbres argentinas, como la infusión del mate. Según registros de un almacén cerca del río Limay, en una parada, adquirieron «dos kilogramos de yerba, uno de azúcar y una bombilla»
La historia de su audaz escape de estos forajidos y el breve respiro que encontraron en la naturaleza salvaje, pinta un cuadro vívido del espíritu aventurero que definió la era del salvaje oeste. En el corazón de la Patagonia, el legado de Butch Cassidy y Sundance Kid perdura.